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Título: Las Casualidades no existen.
El cuerpo lo consiguió Arnau Borrell a las 6:49 del sábado 26 de abril, en el irregular camino de tierra, piedras y arena que comunica Las Carolinas con la playa. Salía a correr todas las mañanas, pasó a trote ligero el puente debajo de la carretera, rodeado de bambúes que se inclinaban y mecían sus largas ramas y llegó, 50 metros más abajo, al puente más pequeño y mal logrado, de poca altura, por debajo de las vías del tren. Disminuyó la marcha al ver el gran charco de agua marrón que se había formado, imposibilitando el paso y cuando se decidía a seguir por el incómodo saliente de la estructura que algunos atrevidos utilizaban, su vista cayó sobre una masa oscura, casi escondida por la vegetación. Jadeando por el ejercicio, se acercó. ¡Puta madre! Fue lo único que se le ocurrió decir, gritar o pensar, cuando cayó en cuenta que era el cuerpo de un hombre, boca abajo en el agua sucia. Se quedó paralizado, mirándolo. Tomó una larga rama y tocó el cuerpo para ver si había alguna reacción. Nada, solo unas leves ondas en el agua turbia. Pensó en devolverse, salir corriendo de ahí, cómo si no hubiera visto nada. Pero sus huellas estaban impresas en la arena, quizás alguien lo había visto. Miró hacia un lado y otro. Sabiendo que se iba a meter en un lío que le complicaría el día, el fin de semana y quizás más, sacó su Samsung Galaxy del pequeño morral que llevaba y marcó el 112. Respiró para normalizar su respiración. En cuánto le atendieron, dijo:
  • Si… Hola. Me llamo Arnau Borrel, estoy debajo del puente del ferrocarril frente a Las Carolinas, como a dos kilómetros de Arenys de Mar. Mire, creo que deben enviar a alguien porque aquí hay un cuerpo…
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